(Autor: Cristian Frers)
La Cumbre de la Tierra realizada en R�o de Janeiro en el a�o 1992, represent� sin lugar a dudas un nuevo hito hist�rico a favor del medio ambiente. Renac�a el Esp�ritu para la Conservaci�n del planeta y su gente, contemplando las futuras generaciones al que llamaron: Desarrollo Sostenible o Sustentable. Los pueblos originarios lo han aplicado sin saberlo desde anta�o. M�s sabios y pragm�ticos demostraron que es posible obtener bienestar econ�mico, crecimiento cultural y calidad de vida sin agredir a la naturaliza.
En este mismo sentido se inserta la importancia de la Ballena Franca Austral y su conservaci�n en la regi�n del Atl�ntico Sur. Rescatada de la extinci�n, hoy se recupera lentamente y la visi�n como recurso ha cambiado.
Adem�s de representar una alternativa potencial para el turismo ecol�gico o sustentable, es referencial hist�rico y cultural para la regi�n del MERCOSUR. Nos ense�a la manera de incorporar en un futuro inmediato a la Ballena Franca Austral, viva y protegida, para el desarrollo costero y de su gente. El �xito de �sta integraci�n depender� de su protecci�n perenne contra nuevas posibles amenazas y un desarrollo ordenado, racional y consciente como Patrimonio Natural, Tur�stico y Cultural.
Recuperar el Esp�ritu de R�o y asegurar la protecci�n de esta ballena as� como del resto de la biosfera ser� nuestro gran desaf�o en el corto plazo para las generaciones que nos precedan.
El Acuerdo Marco sobre el medio ambiente del MERCOSUR firmado por la Rep�blica Argentina, la Rep�blica Federativa del Brasil, la Rep�blica del Paraguay y la Rep�blica Oriental del Uruguay, el 22 de Junio del 2001, tiene por objeto el desarrollo sustentable y la protecci�n del medio ambiente, mediante la articulaci�n de las dimensiones econ�micas, sociales y ambientales, contribuyendo a una mejor calidad del ambiente y de la vida de la poblaci�n a trav�s de las siguientes acciones:
Es imprescindible la Creaci�n de un Santuario Ballenero en el Atl�ntico Sur ya que a esta zona se la podr�a definir como: Cualquier �rea del territorio intermareal o submareal, cuyos fondos, aguas, flora y fauna asociadas, as� como sus aspectos hist�ricos y culturales, han sido presevados por las leyes o cualquier medida efectiva para proteger todo o parte del medio ambiente incluido en la misma. Adem�s, el objeto de su creaci�n es para:
El MERCOSUR constituye un foro ideal para realizar un Acuerdo con las caracter�sticas enunciadas puesto que contempla:
Al mismo tiempo debe tenerse en cuenta que la constituci�n de acuerdos regionales que promocionen la cooperaci�n e integraci�n cient�fica y de gesti�n de especies amenazadas no debilita a la Comisi�n Ballenera Internacional (CBI) sino que la complementa y refuerza la capacidad de los Estados de adelantar en aquel foro sus intereses nacionales y regionales.
(Eubalaena australis)
Las ballenas son sin duda los mam�feros m�s grandes de la tierra y ciertamente los m�s misteriosos e interesantes, ya que se ignoran muchas cosas acerca de ellos. La Ballena Franca Austral es una de las colosales maravillas que visitan cada a�o las aguas del Atl�ntico Sur.
De alg�n modo, se parecen m�s a los seres humanos que a los peces con quienes comparten su medio ambiente, ya que como todo mam�fero respira mediante pulmones y no por branquias. Adem�s, poseen sangre caliente y no caliente. Su estructura s� se asemeja m�s a la de un pez, claro que en proporciones magn�ficamente superiores. La Ballena Franca Austral puede medir hasta 15 metros el macho y 16 metros la hembra y llegar a pesar entre 30 y 40 toneladas, dependiendo del sexo y de la edad.
En cuanto a su estructura morfol�gica, sus extremidades anteriores han evolucionado hasta convertirse en aletas y su cola dispuesta horizontalmente constituye su principal �rgano propulsor para sus desplazamientos. No esta formada por huesos, sino de tejido el�stico y fibroso, lo que le otorga firmeza y flexibilidad. Su cuerpo est� cubierto de una capa de grasa que la ayuda a flotar, adem�s de contribuir a mantener el calor y almacenar energ�a.
La ballena Franca Austral al igual que la Jorobada, la Gris o la Azul, corresponden a las llamadas Mysticetes. Esto se explica por sus largas barbas, las que crecen hacia abajo desde la parte superior de la boca, pareciendo bigotes. Estos son importantes para su alimentaci�n. Al no poseer dientes, las barbadas capturan su alimento al tragar agua de mar. Para expulsar el l�quido hacia el exterior utilizan su lengua y a trav�s de las barbas que cuelgan de su paladar filtran el alimento, que en el caso de la Ballena Franca Austral son peque�os peces y crust�ceos en forma de camarones llamados krill, para lo que deben recorrer enormes distancias entre los sitios donde las condiciones adecuadas otorgan este alimento.
Su pies es generalmente de color negro gris�ceo, frecuentemente con manchas irregulares blancas en la superficie ventral y el dorso, si bien pueden encontrarse ejemplares de color pardusco, gris claro e incluso albinos.
Una alarmante situaci�n es la que se vive en el Santuario Ballenero Austral desde 1988, cuando Jap�n, supuestamente con fines cient�ficos, comenz� a capturar a estos gigantes del mar. Est� investigaci�n no ha cesado. De nada han servido las fuertes protestas internacionales provenientes de muchos pa�ses, varios de los cuales pertenecen a la Comisi�n Ballenera Internacional (CBI), �nico organismo con la autoridad para regular la caza de ballenas a nivel mundial. Jap�n, as� como Noruega e Islandia, desafiando a todos y a�n sin quebrantar t�cnicamente los acuerdos internacionales, utilizan la Convenci�n Ballenera, cuyo prop�sito es permitir la investigaci�n leg�tima en peque�a escala, para continuar cazando ballenas.
En la actualidad, se estima que el n�mero de Ballenas Francas Australes que habitan los oc�anos Indico, Pac�fico Sur y Atl�ntico Sur, no debe superar los 4 mil ejemplares, cifras que resultan de los avistajes realizados desde buques en alta mar y tambi�n desde las costas de Sudam�rica, Sud�frica y Australia.
Lo angustiante es que mientras existan pa�ses como Jap�n que aprovechan resquicios legales para sus propios fines, nunca se podr� garantizar el futuro de las ballenas.
Nuestra generaci�n se enfrenta a la oportunidad m�s extraordinaria de grandeza que ninguna otra generaci�n en la historia de la humanidad haya tenido jam�s. Vivimos un tiempo que podemos salvar no s�lo alg�n peque�o reino por propio inter�s, sino a todo el reino animal. Si no cambiamos nuestro rumbo y simplemente nos detenemos a dejar que el mundo salvaje desaparezca de la Faz de la Tierra, seremos m�s odiados que ninguna otra generaci�n que haya existido. Las futuras generaciones sabr�n que nosotros �ramos concientes de la peligrosa explosi�n demografica de nuestra especie, de la p�rdida de la biodiversidad, del calentamiento global, de la contaminaci�n de los mares, el aire y la tierra, del adelgazamiento de la capa de ozono. Podr�n observar que ten�amos informaci�n m�s que suficiente para comprender que los problemas que hab�amos provocado requer�an de soluciones: y ver�n con igual claridad que fallamos para actuar con la fuerza suficiente para salvar a la Naturaleza. Y nos odiar�n por eso porque habremos cambiado nuestro confort por su futuro.
Cristian Frers.
Tte. Gral. Juan D. Peron 2049 7mo. "55".